Otra jura de grado en Sociales

La decana Ana Arias y el vicedecano Diego de Charras encabezaron este viernes 27/6 una nueva entrega de diplomas en la Facultad, junto a los directores de las cinco carreras, Larisa Kejval por Ciencias de la Comunicación, Soraya Giraldez por Trabajo Social, Rodrigo Salgado por Sociología, Miguel De Luca por Ciencia Política y Enzo Canade por Relaciones del Trabajo.

 

Ante un auditorio colmado por les flamantes graduades y sus familiares, la Decana los invitó a «disfrutar del rito de pasaje» que implica el acto de colación de grado, pero también puso de manifiesto la importancia del rol que tendrán como egresades de la universidad pública, en un contexto donde se pone en duda el valor de las ciencias sociales y se pondera la crueldad. «La idea de lo cruel deviene de lo sangriento, la carne cruda, y lo social supone otra idea, que no comemos carne cruda sino que existe algo que se llama vínculo social», explicó. 

 

En ese sentido, consideró que la graduación de cada uno de los que en esta ceremonia cambiaban de claustro era «un triunfo para el pueblo argentino». «El pueblo argentino triunfó porque ustedes van a salir con este título a apostar a otra forma de lo social, a construir una sociedad que no apuesta a lo cruel sino a otras formas de convivencia», argumentó, y agregó: «El pueblo argentino los necesita para construir una mejor sociedad».

 

En el escenario estuvo también el secretario académico, Hugo Lewin, mientras que en la primera fila de las butacas se encontraban también el secretario de Gestión Institucional, Diego Bráncoli, la subsecretaria de Gestión Académica, Andrea Echevarría, el subsecretario de Maestrías, Emanuel Porcelli, y la subsecretaria de Comunicación Institucional, Mayra Alvarado.

 

Antes que la Decana, brindó un discurso Patricia Digilio, como profesora invitada. Titular la cátedra de Filosofía Social en la carrera de Trabajo Social, alertó sobre el «desprestigio» que se siembra «mediáticamente» sobre la universidad pero reivindicó el sentido de «comunidad» que se construye entre las aulas, los pasillos y las calles a partir de lo que se construye en las facultades. 

 

Por eso, concedió el reconocimiento a la «voluntad» de les estudiantes y quienes los acompañaron en su trayectoria académica pero subrayó: «Esa voluntad y ese trabajo individual se convierte en este logro porque otros los han acompañado pero también hay universidad pública, libre, gratuita y de calidad». 

 

Digilio aprovechó, además, para llamar a les graduades a «desbaratar esa ficción de un individuo que se hace a sí mismo», y consignó una serie de conceptos para problematizar el sentido de lo público frente al asedio de «la monstruosidad» y «el espejismo de los tuit»: «somos una institución que trama de existencia con la historia de nuestro país», «resistir no es solo oponerse», «la creación de rigor científico es imprescindible», «hasta la razón instrumental ha sido destituida» y «pensar es un acto que se realiza con una conciencia expandida».

 

A propósito del último punto, distinguió el ejercicio del pensar de la construcción del saber, que implica la acumulación de conocimiento. «Pensar es un acto de trascender lo dado para aventurarse en lo que todavía no es; pensar es destituir esa embrutecedora idea que arroja al otro a la negación y el oprobio», resumió, y propuso la invención de «un nuevo vocabulario», con «gramática y estructuras del pensamiento para un entendimiento menos pobre».

 

A su turno, tomó la palabra María Sofía Murray, licenciada en Trabajo Social y graduada con mejor promedio de esta cohorte. Luego de narrar que nació en «un pueblo muy pequeño de la Patagonia», admitió que tuvo el «privilegio» de poder viajar a Buenos Aires y poder elegir qué carrera estudiar y que esa elección coincidiera con su deseo.