La Facultad distinguió a García Linera

27/05/2016
El decano Glenn Postolski y la vicedecana Patricia Funes entregaron un reconocimiento al vicepresidente boliviano, tras el lanzamiento de la Fundación Germán Abdala en el auditorio Roberto Carri de esta casa de estudios.

El decano Glenn Postolski y la vicedecana Patricia Funes distinguieron al vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera, con el diploma «Líderes de la Patria Grande», tras el lanzamiento formal de la Fundación Germán Abdala. Ante el auditorio Roberto Carri colmado de intelectuales, dirigentes sindicales, sociales y políticos, artistas y militantes populares, las autoridades de esta casa de estudios otorgaron el reconocimiento al mandatario del vecino país por su trayectoria y su compromiso con las luchas por la emancipación continental.
El premio fue corolario de una charla sobre la Restauración Conservadora a nivel regional, protagonizada por el propio García Linera, junto al politólogo brasileño Emir Sader y el filósofo y ex rector de la Universidad de General Sarmiento, Eduardo Rinesi. Impulsada por ATE, la actividad consistió en la presentación en sociedad de su fundación como un espacio para la formación política de los trabajadores.
La presidenta honoraria de la flamante insignia y compañera del destacado dirigente gremial Germán Abdala, Marcela Bordenave, abrió el encuentro con un saludo inusual pero aplaudido. «¡Otra vez en los 90′!», exclamó, y enseguida resaltó el valor de la unidad porque «la única forma de sacar al enemigo es con nuestra unidad».
A continuación, floreció una nueva aclamación, cuando una de las militantes que oficiaba como locutora, reclamó la libertad para Milagro Sala. Y luego, el moderador de la mesa, Carlos Girotti explicó que la fundación «reconoce la necesidad de encontrar un punto de reflexión colectiva».
Para presentar a los panelistas, eligió un recorte temático para cada uno. A Rinesi encomendó una reflexión sobre «conceptos de ciudadanía y república» para no dejarlos «en manos de la derecha», a Sader le atribuyó la agudeza para trabajar sobre la noción de poder como «una construcción social» y a García Linera lo presentó como un «modelo de militante, sin tregua para estudiar y escribir».
En ese contexto, el académico local rastreó una serie de significaciones de la democracia, vocablo que a su juicio aparece poco en la fuerza política que hoy gobierna la Argentina, según las épocas o segmentos de la historia reciente. Al respecto, indicó que los militares de la última dictadura hablaban de democracia como «un orden contrario al populismo» mientras que en los 80′ se la pensaba como utopía y en los 90′ como rutina. Ya en el 2001, se la consideraba como un espasmo participativo y, en la larga década que se abrió a partir de entonces, como un proceso.
Reconocido con énfasis por el público, Sader celebró el mitin y la creación de la fundación porque la lucha de ideas es el centro de lo decisivo siempre, señaló. «Ojalá la Fundación interpele a los intelectuales para volver a juntar la teoría y la práctica», desafió.
Convidado a hablar sobre la crisis en Brasil, fue esquemático y rotundo. «Qué pasó», se preguntó retóricamente, y contestó en referencia a los protagonistas del impulso al impeachment: «Perdieron 4 elecciones». «¿Por qué pasó?», inquirió ante los asistentes, y prosiguió: «porque hubo errores, con una política económica equivocada que contemplaba ajuste fiscal socialmente injusto y económicamente ineficiente». «¿Qué va a pasar?», soltó, y auguró: «Lula va a volver a ser presidente de Brasil».
Finalmente, fue el turno de García Linera, quien caracterizó la etapa como «un punto de inflexión histórica». «Después de 10 años de irradiación de avances territoriales de gobiernos revolucionarios, ese avance se detuvo», puntualizó.
Y en ese sentido, propuso «analizar la fuerza sin ocultar nada», revisando las «debilidades». Bajo ese enfoque, detalló uno de los «tropiezos» fue haberle dado «poca importancia a la economía», esfera donde «se juega nuestro destino».
También alertó sobre el riesgo de conceder espacios de poder a los sectores conservadores. «Los podemos neutralizar pero nunca van a estar de nuestro lado», consignó.
Por otra parte, sostuvo que es preciso empoderar políticamente a los trabajadores pero reconoció que «un poder político no va a ser duradero sin poder económico de esos sectores populares».
El intelectual boliviano marcó, incluso, el déficit de la redistribución de la riqueza sin politización social. «Si la ampliación de consumo no viene con politización, no ganamos sentido común», definió, y añadió: «No hay consolidación del proceso revolucionario sin revolución cultural».
En otro andarivel, deslizó el carácter imprescindible de una «reforma moral». Si bien se manifestó contra el «moralismo insuflado» de la prensa, aseveró que «no podemos separar lo que pensamos de lo que hacemos».
Y en última instancia, subrayó la emergencia de un problema nuevo para los procesos populares en América Latina: la continuidad de liderazgo bajo procesos democráticos. «Es un tema nuevo porque otros revolucionarios lo resolvieron desde el principio, con una revolución armada», lanzó.
Sin embargo, concluyó que «no hay revolución sin líderes». «Tocan tiempos difíciles pero, para un revolucionario, los tiempos difíciles son su aire», remató.
Se puede ver la transmisión completa del evento aquí
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